martes, 3 de mayo de 2011

Reporte de Lectura 9: Lucien Goldmann: sociología del Dios escondido.

“Una oscilación perpetua entre las partes y el todo que deben aclararse mutuamente”, es una forma de describir un método de trabajo en el que los conceptos a utilizar dentro del análisis rebasan, en un primer momento, la capacidad del investigador, y que, además, denota humidad por parte del sociólogo. Por ello me flechó el tema como lo considera Goldmann, además de que, siguiendo la lectura, me pareció digno de interés el análisis que hace al jansenismo, ya que las congregaciones que surgieron durante el siglo XIX (entre ellas, a la que pertenezco, la Sociedad de María) fueron en entera oposición, desde ángulos distintos, a este movimiento intelectual. Ello, pasando necesariamente por la visión trágica que el racionalismo dejó a su paso, para llegar entonces a comprender mejor que significa fe y creer para una persona postmoderna del siglo XX.
Para hacer el recorrido que describí arriba, es necesario tener en cuenta que la realidad se puede leer desde tres niveles diferentes: los textos, las representaciones colectivas y la vida socioeconómica de un grupo. Lo remarco, porque la visión que hicieron los modernos de la comunidad refiere a una disolución de estos tipos de cohesión, ya que consideraban que Dios no era válido como vinculante de los grupos. Y es ahí desde donde se vislumbran los problemas que, ya en la época de los jansenistas, se delineaban como secularismo, y que se perfilan aún más definidos hoy en día. Lo cual, me parece que es una consecuencia poco generosa por parte de la modernidad para con nosotros, postmodernos, ya que surge entonces un proceso de pérdida de los valores tradicionales (entre ellos, Dios y todos aquellos que le dan soporte en este mundo) y búsqueda de nuevos, los cuales, no son precisamente los más adecuados, ya que se buscan valores que sean compatibles con la vida en el mundo, pues se consideran los dados por Dios como incompatibles con la vida del mundo. Me parece que es ahí de donde se agarra el jansenismo para proponer su ideología, ya que entonces para sus seguidores es necesaria una línea más rígida que permita a la generalidad, desde sus líderes, regresar al camino adecuado. Aunque es necesario decir que, en el fondo, el jansenismo fue un rechazo absoluto de la vida en comunidad, lo que generó una disolución de esos valores que promovía. Entonces, la pregunta a realizar debería ser ¿qué sigue entonces?
Goldmann, en ese sentido, propone una fe en los valores transindividuales, donde ellos vayan más allá de lo que el mismo individuo desee. Me parece muy adecuada la fe que propone, ya que, en el fondo, parecería que lo que el autor busca rescatar es una fe madura, en la que la evidencia de lo trascendente se dé en razón de la apuesta por lo trascendente, buscando la significación inmanente que ello tenga. Lo cual, es edificante, porque se le da al hombre su dignidad de criatura, como “elemento parcial de una totalidad que lo supera, y a la que está ligado por sus aspiraciones, por su acción y por su fe” (para utilizar las palabras exactas del autor), lo que permite entonces verlo desde esa fe revolucionaria de la que habla el autor. Por ello, el creer se vuelve básico para la propuesta de Goldmann, siempre desde una fe madura, como “el conjunto de convicciones, individuales y colectivas, que encuentran su razón de ser en el hecho de que dan sentido y coherencia a la experiencia subjetiva de aquellos que la tienen”. Yo sólo agregaría que no sólo es a la experiencia subjetiva, pues me atrevería a decir que le dan coherencia también a la experiencia objetiva que se tiene de la realidad, llámese mundo, donde el individuo se desarrolla.
Por todo ello, la propuesta del Dios escondido me parece muy reveladora, aunque suene paradójico, ya que sólo en lo maduro de la fe se puede develar lo incomprensible que no se puede explicar con palabras de la razón.

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