domingo, 8 de mayo de 2011

Ensayo numero 3 de abril

A.- Los obispos: sus funciones, destinatarios e influencias
En este apartado se indagará acerca de las funciones de los obispos dentro de la Iglesia, enfocándonos en la de predicación del Evangelio y en su gobierno sobre los fieles. Para esto se tomarán documentos emergidos del Vaticano que contienen dicha información. Luego se hará un paralelismo entre dos funciones y los roles de profeta y sacerdote. Posteriormente se delineará el doble servicio que hacen: hacia su grey y hacia la Iglesia institucional. Enseguida se escribirán algunas líneas en torno a su influencia sobre los fieles y sobre los religiosos. Por último se delinearán los diferentes tipos de religiosidades que existen y se pueden aplicar a los obispos.
Función de los obispos: gobernar y anunciar el evangelio
Corría el año de 1988 cuando en la Iglesia salió a la luz la constitución apostólica Pastor Bonus en la cual se menciona la función primordial que tiene el obispo dentro del Pueblo de Dios:
El Buen Pastor, el Señor Jesucristo (cfr. Jn 10, 11. 14), confió a los Obispos, sucesores de los Apóstoles […], la misión de hacer discípulos en todas las gentes y de predicar el Evangelio a toda criatura de tal modo que quedara constituida la Iglesia, Pueblo de Dios, de forma que la función de los Pastores de su Pueblo sea en realidad un servicio .
Años más tarde, en el 2001, a partir del Sínodo de la Obispos surgió el documento llamado Instrumentum Laboris en el cual se confirmaron las palabras de Pastor Bonus:
El Señor Jesús, al final de su permanencia entre nosotros, ha enviado a los apóstoles como sus testigos y mensajeros hasta los confines de la tierra y hasta el fin de los tiempos […]. Los obispos, en comunión con el Papa, están llamados hoy, a cumplir esta misión .
Pareciera, a partir de los dos documentos, que la función de los obispos consiste en la predicación del Evangelio. Sin embargo el documento Instrumentum Laboris despliega otras funciones más de los obispos:
[…] cada obispo, legítimamente consagrado en la Iglesia católica, participa de la plenitud del sacramento del orden. Como ministro del Señor y sucesor de los apóstoles, con la gracia del Paráclito, debe obrar para que toda la Iglesia crezca como familia del Padre, cuerpo de Cristo y templo del Espíritu, en la triple función que está llamado a desarrollar, o sea la de enseñar, la de santificar y la de gobernar .
Por lo tanto, el anuncio del evangelio y el gobierno constituyen dos de las funciones más importantes en el servicio episcopal. Éstas podríamos identificarlas a dos términos: profeta y sacerdote.
Obispo: ¿profeta?, ¿sacerdote?
Según Max Weber, el profeta es aquel portador de un carisma cuya misión anuncia una doctrina religiosa o un mandato divino .
Aquí no se hace referencia a que el profeta sea predicador de una doctrina antigua o de una propuesta novedosa; cualquiera de las dos opciones puede aplicársele sin embargo no constituyen lo decisivo de su función. Lo importante de su cometido es la vocación personal que experimenta. El profeta se siente llamado individualmente y poseedor de un don personal. Su misión consistirá en anunciar revelaciones fundamentadas en doctrina y mandamientos predominantemente con fines religiosos. Se considera un instrumento manifiesto de un ser divino, de aquí que anuncie lo que estima voluntad de dios, comenzando por practicarla él mismo. No anuncia buscando primordialmente una recompensa, sino que su anuncio es gratuito; ello constituye un elemento importante que lo distingue del sacerdote.
Consideremos profeta, por tanto, a aquel obispo que ha descubierto el llamado personal de anunciar la palabra de Dios. El obispo-profeta es aquel que se siente con la responsabilidad de predicar la voluntad divina a toda su grey; no le importan las consecuencias mientras que éste cumpliendo su misión. Su vida manifiesta gráficamente el cumplimiento del discurso que afanosamente proclama a los demás.
Por el contrario se llama “sacerdotes” a los funcionarios de una “empresa” permanente, organizada según reglas […] están al servicio activo de una asociación .
Los sacerdotes poseen un entendimiento particular y una creencia firmemente establecida. Se les ha certificado profesionalmente para ejercer su ministerio por medio de una disciplina racional y se les ha comunicado un sistema intelectual religioso-lógico. A los sacerdotes se les enseña una sabiduría ética religiosa definida, sistematizada, y a su vez, se les infunde una doctrina rígida la cual se atribuye el título de revelación. En base a todo lo anterior, el sacerdote reclama autoridad por estar al servicio de una tradición santa .
Retomando ello en función a los obispos, podemos constatar que el obispo-sacerdote es aquel que se siente legitimado por una institución a la cual sirve con afán. Su predicación está en función a una doctrina recibida durante el tiempo de su preparación, la cual ejerce tal cual sobre sus fieles; se cree poseedor de los bienes de salvación, los cuales distribuye por medio de su organización socializada de salvación. El obispo-sacerdote gobierna a sus fieles apoyándose firmemente en la institución que le ha encomendado su rol.


Los obispos: servidores de los fieles y de la institución
El concepto de gobernantes aplicado a los obispos no es nuevo en la Iglesia. Desde el Concilio Vaticano II, en el documento de Lumen Gentium ya se exhortaba a los obispos a esta función:
Los Obispos rigen como vicarios y legados de Cristo de las Iglesias particulares que se les han encomendado, con sus consejos, con sus exhortaciones, con sus ejemplos, pero también con su autoridad y con su potestad sagrada, que ejercitan únicamente para edificar su grey en la verdad y la santidad .
Sin embargo, no hay que olvidar que dicho poder lo realizan vinculados a una organización superior: la Iglesia. Sus funciones se realizan mirando hacia ambos lados: a los fieles y a la Iglesia institucional.
El obispo se ubica frente al mundo con una mirada contemplativa, ante la realidad de nuestro mundo, en lo concreto del propio ministerio y en comunión con la Iglesia universal y particular, a cuyo cuidado él está destinado .
Influencia de los obispos
Los obispos en México gozan de gran influencia sobre la gente debido a la división territorial que tiene la Iglesia en nuestro país:
La Iglesia mexicana está estructurada con base en dos órdenes: un nivel territorial que agrupa especialmente parroquias y diócesis que segmentan todo el país, de tal modo que no hay territorio que esté fuera de la influencia católica; un segundo nivel que organiza la autoridad eclesiástica en un sistema jerárquico .
Vista desde un ámbito espacial, la Iglesia se divide en parroquias y diócesis. Estas últimas representan una unidad de poder desde el cual los obispos emanan su influencia con consecuencias para la Iglesia católica y con impacto también para las instituciones con que se relacionan. Por lo que respecta a la organización institucional, la Iglesia mexicana se organiza en torno a la Conferencia del Episcopado Mexicano, también conocida como CEM.
Con respecto a las órdenes y congregaciones religiosas, sobre éstas también recae el impacto de las decisiones de los obispos. Históricamente, la vida religiosa representa un baluarte para la Iglesia mexicana, pues su influencia ha sido clave para el desarrollo de la religión católica desde sus orígenes. En últimas décadas se organizaron mediante un organismo llamado Conferencia de Institutos Religiosos de México. En dicha organización tienen una clara influencia de los jesuitas, los cuales poseen una formación orientada a la Teología de la Liberación. Debido a lo anterior, la CEM ha intervenido en repetidas ocasiones sobre ella.
Por otra parte, las órdenes y congregaciones religiosas están sujetas al mando de los obispos de las diócesis en que se encuentran establecidas. Dicha situación origina que las relaciones no sean del todo buenas con algunos episcopados, pues la postura profética de la vida religiosa llega a molestar a ciertos obispos.
La diócesis representa una debilidad y fortaleza para la misma Iglesia ya que permite, por un lado el manejo descentralizado del poder pero por otro tiende a ser conservadora. Por la amplitud del territorio mexicano es posible observar una diversidad de puntos de vista entre las diferentes diócesis, evidentemente se deriva de las orientaciones pastorales de cada uno de los obispos .
Diversidad de religiosidades dentro de los obispos
Dentro de los obispos de nuestro país es posible observar la diversidad de religiosidades que se presentan entre ellos. Esta diferencia es la que permite distinguir claramente aquellos que se perfilan por el rol de profeta y aquellos en quienes su función de sacerdote emerge y les configura.
Como religiosidad entendemos aquellas modalidades coherentes de vivir el cristianismo . La diversidad de religiosidades responde a las diferentes condiciones económicas y sociales. La religión, dentro de sus funciones, brinda justificación para la existencia de estas diferentes condiciones, y no sólo esto, sino que también interpela la posición social de los sujetos, los configura y les brinda identidad y reconocimiento.
Existen cuatro religiosidades formadas a partir de la modernidad. Éstas son:
a) Tradicionalista: Tendencia a luchar contra toda reforma dentro de la Iglesia e incluso busca defender las normas y costumbres religiosas.
b) Neoconservadora: Se mueve dentro del nivel religioso oficial. Está en contra de los cambios bruscos sin embargo sí los acepta de forma moderada.
c) Modernizante: Reacciona contra la corrupción y las acciones poco democráticas, mas ello lo hace dentro de las estructuras existentes. Vive su fe en el interior, con base en la Biblia o la liturgia.
d) Liberacionista: Su actividad es revolucionaria. Critica directamente la actuación social de la Iglesia y propone otras estructuras eclesiales.
Dentro de la república mexicana, los obispos divergen en sus religiosidades. Ejemplos claros de ello son la religiosidad liberacionista en la diócesis de Saltillo bajo el mando de Raúl Vera López y la religiosidad tradicionalista de la arquidiócesis de Guadalajara encabezada por Juan Sandoval Íñiguez.

BIBLIOGRAFIA

HERNÁNDEZ Avendaño, Juan Luis, Dios y el César: Itinerario político de la Iglesia, Universidad Iberoamericana, México, 2006

MARROQUÍN, Enrique, El conflicto religioso. Oaxaca 1976-1992, Universidad Nacional Autónoma de México, México, 2007

SOTA García, Eduardo, Religión, pobreza y modernidad: La “reconfiguración religiosa” de las calles de la ciudad de México, Universidad Iberoamericana, México, 2005

WEBER, Max, Economía y Sociedad, FCE, México, 2008

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