jueves, 19 de mayo de 2011

Ensayo #2 (marzo) Sobre “el construccionismo social” según Thomas Luckmann

Es una teoría sociológica y psicológica del conocimiento, que considera cómo los fenómenos sociales se desarrollan particularmente de contextos sociales. Dentro de pensamiento del construccionismo, una construcción social es un concepto o una práctica que pueden aparecer naturales y obvios a los que la acepten, pero en realidad es una invención o artefacto de una cultura o de una sociedad particular. Las construcciones sociales se entienden generalmente para ser los subproductos (a menudos involuntarios o inconscientes) de opciones humanas incontables algo que leyes resultando de voluntad. Esto no se toma generalmente para implicar un anti radical determinismo, sin embargo. El construccionismo social se opone generalmente al esencialismo, que define fenómenos específicos en lugar de otros términos trans-históricos independientes de las esencias de los seres conscientes que determinan la estructura categórica de la realidad.

Un foco importante del construccionismo social es destapar las maneras en las cuales los individuos y los grupos participan en la creación de su percepción social de la realidad. Implica mirar las maneras como son creados, institucionalizados los fenómenos sociales, y hecho en tradiciones por los seres humanos. La realidad social construida se considera como en curso, proceso dinámico; la realidad es reproducida por la gente que actúa en sus interpretaciones y su conocimiento.
Luckmann sostienen que todo el conocimiento, incluyendo el sentido común, el conocimiento más básico tenido por firme de la realidad diaria, se deriva y es mantenido por las interacciones sociales. Cuando la gente interactúa, comprendiendo que sus opiniones de la realidad están relacionadas, y como ella actúa sobre esta comprensión de su sentido común, la percepción de realidad se refuerza. Puesto que este conocimiento del sentido común es negociado por la gente; caracterizaciones humanas, significado e instituciones sociales se presentan como parte de una realidad objetiva. Es en este sentido que puede ser dicho que la realidad es construida socialmente.
Desde la teoría del conocimiento, la vida cotidiana se muestra como una realidad interpretada por los humanos a partir de cierta coherencia de los significados subjetivos compartidos. Es la vida cotidiana un mundo que se comparte con otros. Un mundo intersubjetivo que no puede existir sin la interacción y comunicación constante con los otros. Razón por la que el conocimiento propio del sentido común, dirán Berger y Luckmann, se presenta como aquel que se comparte con otros en las rutinas normales y auto-evidentes de la vida cotidiana.
Ahora bien, al introducir la variable temporal dentro de estas relaciones intersubjetivas que constituyen el conocimiento de la vida cotidiana, se puede constatar como las estructuras que en un principio no pasaban de ser rutinas compartidas, progresivamente adquieren la forma de secuencias preestablecidas que consiguen imponerse en la biografía de los miembros de la sociedad. Estas secuencia preestablecidas hacen que la realidad social de la vida cotidiana sea tipificada y alcance un carácter anónimo al superar las barreras espacio temporales.
Para ambos autores las tipificaciones conllevan un grado de objetivización significativo de la realidad, lo cual, a su vez, está estrechamente relacionado con la producción humana de signos. En este sentido un signo es considerado como punto de inflexión en la evolución social de la especie humana: el lenguaje. No obstante, “el lenguaje, que aquí podemos definir como un sistema de signos vocales, es el sistema de signos más importante de la sociedad humana”. Siendo además un signo “capaz de trascender por completo la realidad de la vida cotidiana.”. En consecuencia, haciendo un recorrido en la historia de los sistemas simbólicos, resulta que sistemas ligados estrechamente con el lenguaje –es el caso de la religión, la filosofía, el arte y la ciencia– han llegado a constituirse como representaciones simbólicas de enormes proporciones.
Entonces, una vez asumida la plasticidad humana como cualidad inherente, y al iniciar el estudio de los orígenes de la institucionalización. Un punto de partida resulta fundamental tener presente: “Toda actividad está sujeta a la habituación. Todo acto que se repite con frecuencia, crea una pauta que luego puede reproducirse con economía de esfuerzos y que ipso facto es aprehendida como pauta por el que la ejecuta.” Para los seres humanos, la habituación ha significado la gran ventaja psicológica de restringir las opciones. Hace innecesario tener que volver a definir cada situación de nuevo, desde el principio.
De ahí que “la institucionalización aparezca cada vez que se da una tipificación recíproca de acciones habitualizadas por tipos de actores.”. Por eso, al decir que una acción se ha institucionalizado, se está también señalando que la acción social continúa en el tiempo y que, además, ha sido sometida a control social. En definitiva, “un mundo institucional, pues, se experimenta realidad objetiva, tiene una historia que antecede al nacimiento del individuo y no es accesible a su memoria biográfica”. Al objetivizar el medio, la actividad humana es, asimismo, objetivada, resultando que la sociedad queda constituida como un producto humano, mientras que la sociedad es una realidad objetiva y el hombre un producto social. Y aquí el lenguaje vuelve a resulta clave.

No hay comentarios:

Publicar un comentario