martes, 22 de marzo de 2011

Ensayo 1: El fenómeno religioso de San Juan de los Lagos desde la perspectiva de Max Weber.

Uno de los fenómenos religiosos más fuertes de nuestro país es el registrado en San Juan de los Lagos: números en crecida, fe popular desbordante… Sin embargo, sin tomar en cuenta los números y las demostraciones que como creyentes nos dejan con la boca abierta, es válido preguntarnos ¿cómo surgió? ¿cuáles son las características que presenta el culto en este santuario? ¿cuál es el objetivo o final, más allá de las manifestaciones de ferviente fe? Estas son algunas preguntas que, de una forma sencilla, pretendo responder durante el desarrollo de este trabajo.
La devoción popular a la Virgen de San Juan de los Lagos surge cuando, el grupo de cirqueros itinerantes a quienes se les había concedido la gracia de resucitar a su hija después de un grave accidente de acrobacias (por medio de la “virgencita Juanita”), divulgan el hecho de lugar en lugar. Todo ello sucedió a mediados del siglo XVII, y desde entonces, la devoción ha ido en crecida. Ello ha dado lugar a la formación de una ética económica muy particular del lugar, donde incluso las ofrendas (o limosnas) al ser recogidas en un lugar especial (y no durante las celebraciones), hace que los que aportan puedan llevar una especie de obsequio que les ayude a la práctica de su fe. Hay que decir que la ética económica del lugar la determina, además, el comercio ambulante de la zona, que hace mover el producto religioso y sus bienes de acuerdo a una visión de compra-venta secular.
Ello hace que las necesidades religiosas sean muy particulares, y que la moral que el pueblo sigue sea muy clara, ya que tienden a ser conservadores en las tradiciones, siempre buscando satisfacer a la “virgencita Juanita”, hasta en sus vestidos. Lo cual conduce a que la búsqueda de felicidad de los habitantes del pueblo gire en torno a la “virgencita”.
En San Juan de los Lagos, todos los obispos que han pasado no son nativos del lugar, lo cual hace que el profeta del pueblo no sea alguien del pueblo, y más bien, alguien impuesto por la Iglesia institucional. Que tanto esto ha afectado a la comunidad, no lo sé, pero no es un asunto que este trabajo pretenda develar. Sólo lo comento como una mera observación.
Por otro lado, es curioso que en la localidad se dé el proceso contrario de teodicea del sufrimiento, ya que, al menos dentro del santuario, todo lo que se le ofrece a la “virgencita Juanita” refiere a gracias concedidas o favores dados a personas concretas. Y aquí me voy a detener un poco, ya que es muy impactante el hecho de que, para recibir todo este tipo de ofrendas, el santuario haya dispuesto una escalinata donde la gente pueda colocarlos, existiendo en ella desde pequeñas cartas hasta vestidos de novia y bicicletas; lo que hace que, en su conjunto, sea muy fuerte ver y sentir la fe popular del pueblo plasmada en cosas sencillas, pero contundentes, que permiten palpar, al menos de una forma ligeramente racional, la relación que existe entre la gente y la “virgencita Juanita” (como le llaman).
Todo ello muestra un camino de salvación en el que, aparentemente, para la gente aparece primero la Virgen de San Juan y luego Jesucristo. Es como hacer quela religión se volviese matriarcal de nueva cuenta, sin observar los mitos fundantes impuestos después de la colonia, o simplemente, haciéndolos a un lado.
En ello, los funcionarios de la Iglesia institución juegan el papel de solamente la aplicación de los sacramentos (y administración de los recursos financieros de la diócesis), lo cual hace ver el abismo que existe entre el pueblo y el clero para unirse, ya que es común observar ritos mágicos (llámense así a hechos que no son aprobados por la iglesia jerárquica) dentro del templo para lograr algún tipo de milagro de la “virgencita Juanita”, como le llaman.
A pesar de que estas líneas parecerían ser una especie de análisis práctico de la situación, coloco la transposición de la comunidad con el texto de Weber debido a que la forma en que describe los hechos religiosos es una manera práctica de radiografiar aquellas partes que, para un observador cotidiano, no es capta de una manera clara, pero que al hacer resaltar algunas de las características claves que presentan aparentemente todos los hechos religiosos, es más fácil observar los detalles que existen en la religiosidad popular, y en la gente que hace de ella una fiesta viva. Pues aunque aparentemente no existe congruencia entre la iglesia institución con el pueblo que vive la religiosidad; es claro que la búsqueda por lo sagrado se da, y que cada parte aporta una riqueza inigualable a la forma de surcar el camino hacia la santidad.
Así, el servicio que cada parte aporta, diciéndolo un poco diferente de Weber, genera un carisma de la mística (tal vez no tan pura), que está al servicio de quien se atreva a observar, aunque en un primer momento, de aquellos que la viven. Lo cual hace que la vocación, como conducta de vida diaria, sea un servicio único que cada persona vive en la medida en que la religión aporta para él una forma de comunicación con el Absoluto, independientemente de lo racional que pueda ser, ya que el hombre, me parece, en su búsqueda por la racionalidad, ha tendido a perderla… aunque no por ello ha perdido su grandeza como hombre.

Bibliografía:
Weber, Max. Sociología de la Religión. Coyoacán. México, 1997.

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