martes, 18 de enero de 2011

Reporte de Lectura 1: Entrevista a Luis Rodolfo Morán Quiroz

¿Por qué el hombre es un ser religioso? ¿Por qué lo manifiesta de forma social? ¿Cuál es el motivo por el que el hombre busca, en formas tan diversas, una manifestación ritual que lo religue a lo trascendente? Son preguntas que a simple vista pueden parecer limitadas, pero que me parecen cruciales plantear para tratar de comprender las dinámicas que el mismo hombre vive y trata de ejercer como ser religioso, y con ello, poder visualizar de forma más completa los juegos y maneras en que se vive en sociedad.
El ver al hombre que manifiesta su religiosidad de formas incluso aparentemente apagadas (como la “religión invisible” que señalaba Luckmann) o completamente abiertas (como una total hierofanía) es algo que debiera ponernos a pensar en la capacidad del hombre como ser de libertad, en la que cada grupo puede manifestarse de forma completamente nueva y diferente a otro, pero no por ello ser radicalmente opuesto. Tal vez por eso, las maneras en que se busca dar un discurso sobre lo que el hombre es como ser en sociedad y ser religioso a la vez, giran en torno al tratar de explicarlo (erklären) o tratar de comprenderlo (verstelen), lo que, dada la complejidad del mismo hombre, no es nada sencillo. Pues incluso, la creencia ya en una institución (como lo es la mayoría de las religiones existentes), no es puramente normativa, dado que la religiosidad popular juega un papel básico que va más allá de lo institucionalizado y establecido jerárquicamente. Además, procesos como la secularización y el ecumenismo son plenamente actuales y repercuten de formas totalmente nuevas sobre el cómo es necesario abrirnos a formas que antaño pudieran parecer nada ortodoxas.
Por ello, esta entrevista me pareció básica para centrar los puntos para una reflexión del hombre en la construcción social de la realidad (para utilizar el término de Luckmann y Berger), en la que me deja inquieto para el conocer más, pero sobre todo, me permite tener conciencia de la apertura que necesito para participar de un verdadero diálogo con aquellos que son de mi mismo credo y, sobre todo, con aquellos que pueden ser de uno radicalmente opuesto (si verdaderamente existe uno así).

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